Por razones geográficas, culturales y multiétnicas de Malasia y Singapur, los elegimos como destino principal para nuestro viaje. Queríamos recordar nuestras experiencias en el Sudeste Asiático, el cual habíamos visitado con anterioridad cuando viajamos por Tailandia y Vietnam y descubrir como la rica cultura musulmana se entremezcla con la hospitalidad y simpatía de esta región.
Malasia y Singapur, variedad en paisajes y emociones
La variedad es lo que distingue estos lugares. Uno puede adentrarse en las modernas y sofisticadas ciudades de Kuala Lumpur y Singapur, subir a las famosísimas Torres Petronas o al mas moderno de los Hoteles del mundo como el Marina Bay Sandals y en poco tiempo de bus, caminar y admirar las maravillas de parques naturales como el Taman Negara con sus helechos gigantes y su inmensa selva con unos 130 millones de años de antigüedad, navegar en canoa por ríos, quizás poder experimentar las sensaciones de observar en plena naturaleza a monos narigudos en el Parque Nacional de Bako y relacionarse con los orangutanes en el Centro de Rehabilitación de Sepilok, todo ello en la isla de Borneo. También se pueden buscar magníficas y paradisiacas islas como Pulau Tioman, Pulau Redang, Pulau Perhentian, Pulau Sipadan o Pulau Langkawi, donde practicar submarinismo y snorkel entre tortugas, tiburones, peces payasos, etc… realizar travesías en kayac o simplemente pasar las horas tirados al sol y visitar ciudades históricas como Melaka y Georgetown en Pulau Penang.
Por el poco tiempo del que disponíamos, treinta días, nos planteamos recorrer sólo la parte peninsular. Teníamos claro que el país no era excesivamente grande y lo podíamos recorrer bien tanto en bus como en tren. Queríamos disfrutarlo a conciencia y Álvaro estaba ansioso por hacer snorkel en las Pulau Perhentian, pues había leído que lo podía hacer entre los tiburones de punta negra, y eso es una experiencia difícil de olvidar, como así fue.
Otro reto para nosotros como familia viajera ya que Malasia y Singapur no eran destinos que dominábamos así que nos pusimos manos a la obra. Por delante días de intenso trabajo para estudiar, desarrollar y darle forma al viaje, aunque conscientes de que por el camino iríamos cambiando los planes, según se fueran dando los días, como suele suceder cuando se viaja por libre. Siempre nos ha ocurrido y esta vez no iba a ser diferente. Lo verdaderamente emocionante de un viaje como este es el que puedas improvisar siempre que quieras.
Por diversas razones, al final de esta nuestra primera aventura en Malasia, nos quedamos sin poder visitar la selva más antigua del mundo, Taman Negara y sin ver de cerca a los simpáticos monos narigudos y los orangutanes de Borneo.
El tiempo y sobre todo la experiencia viajera, nos ha demostrado que es preferible dejar algo por ver de un país, así simpre tienes una buena excusa para regresar.