Plaza Mayor, crónica de un domingo cualquiera, aunque éste es a uno de febrero.
Hace frío, el viento corta mis mejillas y alborota mi cabello que tímidamente asoma por uno de los costados de mi boina de lana. El sol ilumina mi cuaderno de notas y casi sin percibirlo parece darme calor.
Bajo la atenta e hipertérrita mirada de Felipe III tomo asiento en la dura y gélida piedra que soporta el peso de una de las farolas de la plaza Mayor, y pongo a trabajar mis cinco sentidos para disfrutar del batiburrillo que acompaña a esta plaza todos los domingos del año.
Como si de una gigantesca pasarela de moda se tratara, o mejor, como el mas grande escenario teatral a punto de iniciar la función matutina, la plaza Mayor se va desperezando y da paso al desfile de innumerables personajes cada uno de ellos representando su papel.
Plaza Mayor, crónica de un domingo cualquiera
Por una esquina de la enorme y concurrida plaza Mayor, hace su aparición unos de sus más ilustres personajes, la inconfundible y no menos querida Minnie Mouse. Cargada de globos de colores que hincha uno tras otro, sin apenas tomar aire ante la insistente mirada de unos niños deseosos de espadas, coronas de princesas, mascotas varias y alguna que otra flor.
Un aventajado escultor de pompas de jabón, se afana en entretener a un grupo de pequeños que como es habitual se encargan de que sus obras de arte no lleguen nunca a alcanzar el vuelo. Por suerte para mi, alguna de esas enormes y voluptuosas figuras de jabón, consigue alzar el vuelo, dejándose acariciar por una leve brisa que las empuja hasta alejarlas de las destructoras manitas de sus más fervientes espectadores, los niños.
Nuestros mayores, manos a la espalda, aprovechan las escasas horas de sol para reunirse fielmente en su plaza Mayor como casi todos los domingos. Se colocan en forma de corrillo e intentan arreglar la vida de los demás y la suya propia. Hablan de dejar de fumar, de política y también de lo mayores que están sus nietos, en resumen, hablar por hablar.
Debajo de los históricos soportales, numerosos restaurantes, tabernas y cafeterías ofertan sus archifamosos bocadillos, no son unos bocadillos cualquiera, son los auténticos protagonistas de esta emblemática plaza Mayor. Por unos escasos 3€ puedes hacerte con uno de ellos, grandes y grasientos a la par que deliciosos, así son los calamares que asoman ostentosamente por entre el pan de los famosos bocadillos de la zona, los bocadillos de calamares.
Un domingo en la plaza Mayor de Madrid, no sería un domingo como mandan los cánones sin su rastro de antigüedades. Sellos, monedas, libros, revistas y un sinfín de cachivaches de todo tipo, son ofrecidos a voces por sus dedicados vendedores.
En uno de estos variados puestos y al amparo de los soportales, se encuentra Jose, un simpático vendedor. Toledano de pro y que según me cuenta lleva varios años plantando su puestito de antigüedades todos los domingos en esta plaza Mayor y quejándose de lo mal que están las ventas. Completan este variopinto desfile, varios grupos de turistas que atienden ojipláticos a las explicaciones de los guías de turismo que les acompañan.
Mientras yo dedico unas horas a contemplar todo lo que me rodea, sentada plácidamente en la ya no tan fría base de la farola, mis chicos recorren el centro de la ciudad montados en un segway. Álvaro un experto ya en la materia, disfruta enseñando a su padre, Octavio, las técnicas de tan útil artilugio.
De la mano de Nacho y de la empresa Segway Trip Tours, salen a descubrir entre un poquito de sol y mucha sombra los entresijos de la ciudad por las empedradas callejuelas de la Madrid más auténtica.
El tour les llevará del Palacio de Oriente hasta el Templo Debod, una auténtica joya y donde dicen los lugareños que se puede observar el mejor atardecer de la ciudad. Esta empresa hace diferentes rutas, sin duda, una forma diferente y muy divertida de conocer la ciudad.
Llegada la hora del aperitivo y con el aire frío que aún a estas horas azota nuestras mejillas, se nos antojan unos vinitos y un zumito de frutas para reponer fuerzas en el mercado de San Miguel, hace?
Sin duda, dedicarle unas horas a la plaza Mayor de Madrid, es una buena forma de descubrir y disfrutar del ambiente de un domingo diferente en familia.