Llegan las navidades y como ya va siendo habitual en nosotros después de pasar la nochebuena en familia, huimos de la rutina y partimos el año dándonos una escapadita por la fría Europa. Este año decidimos irnos hasta la húmeda Escocia. Cómo por estas fechas disponemos de pocos días hay que ir al grano, una estancia corta pero intensa;
Edimburgo y Glasgow… ni más, ni menos…es increíble como un viaje de cuatro días te puede enamorar para toda la vida.
Bienvenidos a nuestra aventura escocesa…empezamos!!!
Aunque nuestro viaje empieza y termina en Glasgow, decidimos trasladarnos a Edimburgo, la capital de Escocia, que aunque es famosa por sus festivales, la verdad es que tiene mucho más que ofrecer.
Ya nos lo habían comentado amigos y conocidos que habían estado aquí antes, la ciudad de Edimburgo es una de las más seductoras de Europa, te atrapa, te seduce y es casi imposible resistirte. Puede ser por sus gentes o por la historia que esconden sus calles, pero sin duda es uno de los destinos más recomendables para un plan de fin de semana largo.
En esta época del año, la ciudad amanece fría con una lluvia que se apodera de los adoquines de sus calles, por suerte existen sus famosos pubs repletos de gente,donde resguardarse del frío y llenar el estómago con un buen *“haggies”,viene siendo la mejor opción, aunque dicho sea de paso cuando viajas con niños menores de edad no te dejan entrar como nos sucedió a nosotros.
“Haggies” plato muy condimentado y de sabor intenso, se elabora a base de asaduras de cordero u oveja (pulmón, hígado y corazón) mezcladas con cebollas, harina de avena, hierbas y especias, todo ello embutido dentro de una bolsa hecha del estómago del animal y cocido durante varias horas.
Traducido al español, es simplemente como una “morcilla” pero a la escocesa, realmente exquisito.
Hay que tener en cuanta que por esas fechas (invierno) las horas de luz son muy escasas y hay que aprovecharlas al máximo. Apenas pasadas las 4 ya empieza a anochecer.
La ciudad, es famosa por sus cementerios, historias de fantasmas y espíritus que según cuenta la leyenda, siguen vagando por sus callejuelas. Pero lejos de ser tenebrosos los cementerios de Edimburgo son alucinantes y merece la pena visitar.