Poder visitar las maravillas que nos ofrece la madre naturaleza alrededor del mundo en familia es todo un privilegio, sabemos que somos afortunados por poder y sobre todo por saber disfrutar de ellas. En este post os vamos a llevar a uno de los lugares más enigmáticos de Indonesia y del mundo, el volcán Bromo.
Pocos lugares en el mundo, desprenden tanta magia como el volcán Bromo.
El volcán Bromo, está situado en el este de la isla de Java y dentro del Parque Nacional Bromo Tengger Semeru y su nombre Bromo, deriva de la palabra javanesa Brahma y se refiere según los hindúes al Dios creador. El volcán Bromo se eleva a unos 2.329 metros y aunque no lo creais se encuentra en constante actividad, produciéndose en el interior de su cráter más de una gran fumarola.
Ningún viajero que se acerque hasta Java, debe perderse el maravilloso espectáculo que ofrece el paisaje que rodea al volcán Bromo. Nosotros que somos la mar de curiosos no nos lo quisimos perder así que, ni cortos ni perezosos, buscamos la manera más cómoda, fácil y económica de llegar hasta él.
Como ir de Yogyakarta al volcán Bromo.
Mientras disfrutábamos de la bulliciosa ciudad de Yogyakarta, (de la que ya os hablaremos en otra ocasión), nos pusimos a buscar información y a organizar nuestra partida hasta Bromo. Desde Malioboro, calle principal de Yogyakarta, nos dirigimos hasta la estación de trenes para comprar nuestros billetes, pero no tuvimos suerte ya estaba todo vendido hasta tres días después, era evidente que no íbamos a prolongar más nuestra estancia en Yogya, pues todo lo que despertaba nuestro interés y que estaba en ella o cerca de ella, ya lo habíamos visitado.
Una mañana cogimos el transyogya (pequeños buses de servicio público que recorren la ciudad) y nos dirigimos hasta la terminal de buses de Giwangan para informarnos sobre los horarios y tarifas de los buses que podíamos disponer para ir a Bromo. Fuimos de una ventanilla otra, de una agencia a otra y al final nos quedamos con la que más se acercaba a nuestras necesidades.
Este viaje hasta Bromo también se puede hacer contratando un tour, pero ya sabéis que nosotros somos un tanto reticentes a utilizar esta modalidad, así que una vez más, nos lanzamos a la aventura los tres solos. La ciudad de destino era Malang.
Nuestra aventura hacia el volcán Bromo empezaba sobre las 10 de la noche, en un bus nocturno de asientos reclinables, manta, almohada y wc. La duración del trayecto era de 9 horas aproximadamente y el precio del ticket, 170.000 Rupias por persona, unos 11,7€, incluía una parada a mitad de camino para sentarnos a cenar en un food center de carretera preparados para acoger a los viajeros que utilizan este medio de transporte, unas ricas viandas de un bufete libre fueron nuestra cena, eran las 2 de la madrugada. Después de pasar por el baño, de vuelta al bus para seguir durmiendo. El viaje se nos pasó sin darnos cuenta.
Amanecía cuando llegamos a la ciudad de Malang, una vez allí y a pie de carretera, nos cambiaron de bus y 2 horas más hasta llegar a la ciudad de Probolingo, precio del billete, 20.000 Rupias por persona, poco mas de 1,25€. Una vez allí, nos bajaron en una pequeña terminal de buses y en compañía de un francés, un balines, un tailandés y un brasileño, cogimos una de las minivans que nos llevarían hasta pie de volcán en la ciudad de Cemoro Lawang, lugar que acoge a los viajeros que quieren visitar el volcán Bromo. El precio que suelen cobrar estas minivans por persona es de 35.000 rupias por persona, unos 2,3€ si consiguen un cupo de 15 pasajeros, en nuestro caso al ser menos y no querer esperar para llenar, decidimos que era mejor pagar un poco más y salir ya hacia el volcán Bromo, al final nos costó 55.000 rupias por persona, unos 3,7€. El trayecto entre preciosos paisajes duró aproximadamente 45 minutos ya que la distancia a recorrer era de tan solo 40 kilómetros. Una vez en el pueblo, le pedimos al chofer que nos llevara hasta casi al pie del Parque donde empiezan las rutas para llegar al volcán y así lo hizo.
Como es costumbre en nosotros, no teníamos el alojamiento contratado y nada más llegar y a pesar del cansancio por tantas horas de viaje, tocó empezar a buscar para pasar la noche. Acabamos durmiendo todos los que habíamos viajado en la minivan en la misma casa, aquello parecía la ONU. El alojamiento era humilde, no muy limpio, para que nos vamos a engañar, pero era barato, estaba a pie del volcán y era regentado por una simpática familia que nos servía una comida en su «chiringuito» que era un manjar de Dioses, así que era perfecto, Ah! en el baño, tenías agua caliente y eso allí arriba con el frío que hace, es muy importante!
Después de comer y con las pilas ya puestas, Octavio y los demás viajeros se lanzaron a ascender hasta lograr alcanzar a pie el punto de vista panorámica desde donde se divisa todo el volcán Bromo y que se encuentra a unos 3,3 kilómetros de ascensión, la idea, fotografiarlo al atardecer. Álvaro y yo decidimos dedicar la tarde a recorrer los alrededores y conocer un poco de la vida de las gentes que habitan este singular lugar.
Cuando Octavio regresó y antes de que se hiciera de noche, los tres juntos nos lanzamos a coronar el volcán Bromo.
Desde el punto donde nos encontrábamos nos separaban del cráter 3 kilómetros entre arena y lava, un viento fresquito y un sol de justicia, Ah y 247 escalones que se hicieron interminables por la altura, pero sobre todo, lo peor era el tremendo olor a azufre que atravesaba el pañuelo con el que cubríamos nuestra cara y se adentraba sin piedad por nuestras fosas nasales hasta los pulmones, la sensación de ahogo era importante. Como tres valientes exploradores, cargados de buenas sensaciones y una tremenda ilusión por llegar hasta arriba, conseguimos coronar el cráter del humeante Bromo.
Sin duda todo esfuerzo había merecido la pena nunca antes, habíamos visto nada igual a pesar de vivir en una isla volcánica.
Nos miramos, nos abrazamos y nos felicitamos mutuamente por lo que habíamos conseguido, los tres juntos estábamos en la cima del volcán Bromo y eso era maravilloso e inolvidable.
Después de estar un rato allí arriba arropados por el viento y el penetrante olor a azufre pero disfrutando de un paisaje único, tocaba volver. La tarde estaba a punto de expirar y no queríamos que se nos hiciera de noche por el camino. La ausencia de turistas a esa hora ya era evidente y el sol estaba a punto de esconderse, así que aceleramos el paso. Tres kilómetros por delante y una empinada cuesta era lo que teníamos ante nosotros, varios chicos montados a caballo, en jeep o en motos, se nos acercaban para llevarnos de regreso al pueblo pero no estábamos dispuestos a pagar lo que nos pedían y decidimos hacerlo a pie. Cuando por fin llegamos a la casa era de noche cerrada, agotados y emocionados a partes iguales por lo que nos había deparado el día, tocaba darse una ducha y salir a cenar ya que al día siguiente había que madrugar para disfrutar de unos de los amaneceres más bonitos y más fotografiados del mundo, el del volcán Bromo!
Familias!, si estáis pensando en visitar Java, no dejéis escapar este lugar, si vuestros hijos son muy pequeños, no os lo recomendamos por las razones obvias que habéis leído anteriormente, pero si vuestros hijos son mas o menos de la edad de Álvaro, es una experiencia totalmente recomendable al 100%.
Un consejo; A pesar de haber visitado este lugar en pleno verano, os podemos asegurar que aquí arriba las temperaturas al anochecer y al amanecer son frías, por lo que os aconsejamos que vengáis con ropa de abrigo y sobre todo y muy importante, llevéis un buen calzado.
- Recomendamos que veais el video, está muy bien y divertido, os haréis a la idea de lo que vais a ver ahí arriba.