Cuando viajas en familia, con tus hijos, una de las cosas más importantes a tener en cuenta es su opinión. Lo hemos dicho cientos de veces y lo seguiremos haciendo, porque si realmente quieres que tu viaje con ellos tenga verdadero éxito no debes obviar sus opiniones a la hora de elegir un destino o un lugar en concreto.
Durante nuestro gran viaje por Asia y como todos, o la mayoría ya sabéis, uno de nuestros destinos elegidos fue la majestuosa China. Un país al que le teníamos muchas ganas y al que por fin pudimos llegar durante el #Asiapara3 y dedicarle 30 días de visita. Durante nuestro recorrido por este país, varios fueron los destinos que tuvimos que considerar teniendo en cuenta la opinión de nuestro hijo Álvaro, uno de ellos fue, como no podía ser otro, la visita a los osos panda en Chengdu, aconsejable al 100% si viajas con niños. El otro gran destino soñado por Álvaro era la visita a la Gran Muralla, que este chiquillo disfrutó de una manera muy especial. Pero si había un lugar al que este joven viajero no estaba dispuesto a dejar pasar, era el del Parque Nacional de Zhangjiajie, quería comprobar si sus paredes eran tan altas casi como las nubes y sus pasarelas estaban suspendidas de las paredes de las rocas, como así fue.
Zhangjiajie, un parque a las puertas del cielo
El Parque Nacional de Zhangjiajie, no es un destino que se encuentre con demasiada frecuencia dentro del los folletos de viajes por China y es una verdadera lástima porque es un lugar de extrema belleza que uno no debe perderse si decide viajar a este país. El Parque Forestal Nacional de Zhangjiajie, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1992 para posteriormente en 2004 nombrarlo Geoparque Mundial por la UNESCO.
Nuestra visita al Parque Nacional de Zhangjiajie vino acompañada de un día gris, algo lluvioso y con bastante niebla. A decir verdad, nos llevamos una tremenda desilusión porque temíamos que por culpa de estas inclemencias meteorológicas nuestra visita, la que tanta ilusión le hacía a Álvaro, fuera a resultar un autentico desastre. Nada más lejos de la realidad, bien es cierto que nuestros recuerdos del lugar a través de las fotografías de otros viajeros, estaban acompañados de unos preciosos cielos azules y que precisamente hoy, esto no iba a ser posible. Después del shock inicial, nos dispusimos a sacar los ticket en el propio pueblo de Zhangjiajie desde donde nos montarnos en el teleférico, uno de los más largos del mundo 7.455 metros, por delante un recorrido de apenas 25 minutos que nos lleva a ascender 1.279 metros y así poder acceder a las cumbres de este maravilloso lugar, empezaba nuestra aventura por tierras de los avatares y nuestro joven viajero empezaba a dar síntomas de nerviosismo.
Nada mas «despegar» con el teleférico de tierra firme y comenzar la ascensión, nuestras miradas se empezaron a dirigir hacia las incomparables formaciones rocosas en forma de estilizados montículos que iban apareciendo ante nosotros a través de la niebla parecían flotar en el aire, lo que sin duda, le daba un aire más bucólico al lugar. Álvaro, estaba preso de un estado incontrolable de nerviosismo, originado sin duda, por la tremenda ilusión que le producía el poder ver con sus propios ojos el paisaje al que tantas veces había visualizado a través de la pantalla. Álvaro hablaba y hablaba sin parar, casi sin darse una tregua para tragar saliva. La familia que viajaba con nosotros en el teleférico, chinos ellos, no daban crédito a lo que estaban viendo, seguro no entendían ni papa, pero observaban atónitos la puesta en escena de aquel chiquillo y rubio occidental que parecía que le fuera a dar un pallá de tanta emoción. El hombre miraba a Álvaro, nos miraba a nosotros y se sonreía, mientras la doña, hacía uso de su cortaúñas con gran esmero y dedicación, nosotros también atónitos soportábamos el incómodo chasquido que producía aquel utensilio, mientras ella parecía ni darse cuenta de que no era el mejor lugar para hacerse la manicura.
Subía y subía aquel teleférico, y cuanto más lo hacía, más bello era lo que se presentaba ante nosotros. Una vez arriba, nos pusimos a caminar por los senderos y miradores acristalados suspendidos en el vacío a pie de sus espectaculares barrancos. En aquel momento plantados los tres, nos miramos y comentamos lo sobrecogedora que puede llegar a ser la naturaleza y de la espectacularidad de paisajes que es capaz de ofrecernos. Sin duda, éramos unos privilegiados por poder estar allí los tres juntos disputando en familia de uno de los paisajes de montaña más bonitos que habíamos visto jamás.
Para los que sufráis de vértigo, éste no es el mejor lugar para recomendaros, pero os podemos asegurar que si lográis vencer esa sensación, cuando regreséis, estaréis orgullosos de haber estado allí, pocos lugares en el mundo te aportarán tantas sensaciones maravillosas como las montañas de Zhangjiajie. Para terminar la jornada, nos dirigimos en un bus, montaña abajo hasta llegar a Tianmen Mountain o «Puerta del cielo», famosa por ser atravesada por avionetas y hombres pájaro.