Nuestro periplo por Europa seguía, esta vez tocaba entrar en Chequia, era la primera vez e íbamos rumbo a Praga, pero como teníamos tiempo decidimos adentrarnos y conocer un poco mejor el país, ya que somos de los que pensamos que las capitales y más si son muy turísticas, son un mal ejemplo de lo que significa la idiosincracia de un pueblo.

Como veníamos de Dresden en Alemania, entramos por la parte noroeste de Chequia, siempre evitando las autopistas, lo que nos permitió atravesar por hermosos pueblos y muchos campos de labranza. Entre pueblo y pueblo se pueden divisar la silueta de majestuosos castillos y fortificaciones medievales que le dan al paisaje un aire mas bucólico y si viajáis con vuestros hijos, harán que sueñen con caballeros y doncellas en peligro.

Chequia es mucho mas que Praga

Así, rodeados de estos bellos paisajes, llegamos al pequeño pero hermoso pueblo de Doksy, con su pequeña plaza principal rodeada de coloridos edificios medievales. Cerca de este pueblito nos alojamos en el camping Borny, junto al hermoso lago Máchovo Jerezo. El camping tiene playas que dan a un hermoso lago y donde poderte dar unos buenos baños rodeado de un bosque de pinos hace que la estancia sea ideal en plena naturaleza y repleto de parques infantiles para los más pequeños de la casa.

Chequia

En el lago Máchovo Jerezo

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Atardecer en el lago Máchovo Jerezo

Cuando decidimos irnos de la zona, nuestra ruta prosiguió hacia el castillo medieval Velky Bezdéz, en lo alto de una colina y al que se llega ascendiendo por un empinado pero bonito bosque tupido de vegetación. Desde lo alto se divisan unas hermosas vistas de la comarca y también observar el lago Máchovo Jerzo pudiendo imaginar como se podía sentir el caballero feudal dueño en su tiempo de toda esta región.Tener en cuenta si se quiere entrar en los castillos de Chequia que los lunes cierran, así que deberéis aprovechar el resto de la semana para visitarlos.

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Castillo Velky Bezdez

Nuestra ruta proseguía rumbo este, el paisaje inalterable, campos de labranza, hermosos pueblitos medievales en la que sus plazas y parques se abarrotan de niños, una estampa ideal para que nuestro hijo comparta ratos de juego con ellos. Más colinas con castillos en sus cimas controlando todo el horizonte y pequeñas aldeas con unos restaurantes que sirven deliciosa comida y una buenísima cerveza a precios irrisorios.

Empedernidos curiosos, hicimos una pequeña parada en Sobotka, para visitar su plaza principal y charlar un poco con los lugareños, aunque, a decir verdad, con más de uno no se como lo pudimos hacer, ellos solo hablaban checo y nosotros ni papa de ese idioma, pero lo que está claro es que cuando se quiere se puede, y nosotros siempre lo conseguimos, por lo menos alguna que otra risa siempre terminamos echándonos.

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Vivienda típica de Sobotka

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Plaza principal de Sobotka

Otro de los pueblos que recomendamos es Jicín, por dos cuestiones, una porque es el pueblo “más” grande y bonito de la comarca, su principal encanto, es su plaza central, es de etilo medieval y está rodeada de antiguas y coloridas casas y un palacio que es Patrimonio Cultural de Chequia. Jicín dispone además de unas calles peatonales con jardines y parques que harán las delicias de toda la familia. también lo recomendamos porque cerca de él se encuentran las montañas de Prachovske Skaly, una mezcla entre el paisaje del Torcal en Antequera, Málaga y los paisajes inspiradores de la película de Avatar en China.

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Plaza principal de Jicin

Nosotros hicimos noche en el parking del propio parque llamado Prachovske Skaly ya que al día siguiente queríamos hacer una de sus rutas. Entrar al parque cuesta 4€ los adultos y los mayores de 6 años la mitad. Existen varias rutas de distinta dificultad y bien señalizadas por colores, nosotros hicimos la de dificultad intermedia que es la de color verde, todas ellas son muy fáciles de seguir ya que todos los cruces te los encuentras señalizados.

La ruta que elegimos, no es muy dura, pero tampoco demasiado blanda, en total son unos 5,5 kilómetros con sus subidas y bajadas, la cubrimos haciendo paradas para sacar fotos en 1h y 40′, además durante todo el recorrido te encuentras con bancos para descansar. La ruta es apta para todas las edades, así que los críos la pueden hacer perfectamente y a buen seguro la van a disfrutar ya que durante el recorrido se van a ir encontrando con cuevas, pasadizos entre rocas, puentes levadizos, miradores, con lo que el paseo se les hará súper divertido. Los paisajes son extraordinarios, dignos de ser visitados, no olvidaros de llevar agua, una gorra y un buen calzado, el suelo suele estar muy resbaladizo en alguno de sus tramos.

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Recorriendo las montañas

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Hermoso paisaje

Una vez terminada nuestra aventura por este maravilloso parque, la ruta debía continuar y así fue, tomamos rumbo al nordeste hasta llegar a la localidad de Dvur Kralové Nad Labem, pueblo de tamaño considerable con un casco medieval y casas de colores preciosas, algo así como la capital de la comarca.

Nuestra última parada antes de llegar a la majestuosa Praga fue en Hradec Králové un precioso pueblo a escasos 70 km de la capital checa, muy bonito, muy bien cuidado, con sus calles adoquinadas, peatonales, casas de colores, carriles bicis, sus parques con las fuentes llenas de niños bañándose ahora en verano, sus heladerías repletas de gente degustando sabrosos y baratos helados y las terrazas de las cervecerías abarrotadas de gente saboreando unas “pivo”. Esta es atravesada por un río y a su paso por la ciudad lo flanquea un hermoso parque, es un lugar ideal para pasar una bonita jornada en familia.

De Praga no os vamos a hablar en este post porque queríamos que conocierais un poco más del país y como habréis podido comprobar amigos, Chequia es muchísimo más que Praga, así que, ahí va un consejo de viajero, no nos quedemos solo con las capitales de los países que como os dijimos al principio creemos que poco nos enseñan de como es un país, de sus costumbres y sobre todo del día a día de sus gentes, que por cierto en Chequia, son simpatiquísimos, y atrevámonos a adentrarnos en el país y disfrutar de su esencia.