En este post me voy de viaje de la mano de Portgall a conocer otro rincón poco turístico.
El pasado y presente de Afurada, un pequeño y pintoresco barrio marinero en Vila Nova de Gaia a orillas del Duero, vecino de Oporto y del que San Pedro es su patrón.
Afurada ha vivido y vive principalmente de la mar, es de esos barrios con una arraigada tradición pesquera y que a todos nos gusta encontrarnos cuando viajamos. De calles tranquilas rodeadas de casas bajas azulejadas o pintadas de vistosos colores y habitada por gentes amables que te dan las buenas tardes a pesar de ser forastero. Afurada ha sabido sobrevivir a la modernidad apostando y conservando lo tradicional, su cultura y sobre todo sus costumbres.
En Afurada pude descubrir que se sigue asando el pescado en plena calle, a pie de acera. El mismo pescado fresco que generación tras generación han salido a pescar contra viento y marea durante siglos, desafiando a veces a las temibles garras de un mar embravecido que les da de comer pero que en ocasiones no ha sido tan amable y les ha arrebatado a sus seres más queridos. Como no puede ser de otra manera cuando visitas Afurada toca probar su rico pescado y hoy comemos en el restaurante la Taberna de Sao Pedro, donde degustamos las típicas sardinas de la zona y como no, una muestra de sus afamados y ricos pescados como la dorada a la brasa, un vinito de la tierra para refrescar el gaznate y un exquisito postre de los que como solo la gente de la villa sabe preparar.
Afurada, pasado y presente de un barrio orgulloso de sus tradiciones marineras
Como todo barrio pesquero, Afurada tiene mil historias que contar sobre las idas y venidas de los hombres de la mar y sus familias y el Centro Interpretativo do Patrimonio da Afurada nos regala una buena muestra de ello. Un recorrido por la historia del pueblo, un presente, pero sobre todo un pasado en las vidas de las valientes y sufridas gentes que salían a la mar con la incertidumbre de no saber si iban a regresar para seguir viendo crecer a sus hijos y nietos.
Objetos de gran valor histórico pero también emocional, pues según me cuentan muchos de ellos fueron donados por algunos de los vecinos que los guardaban en sus casas como auténticos tesoros. Entre estos objetos podemos encontrar las vestimentas y el calzado utilizados tanto por los pescadores como por sus mujeres, gruesos y pesados atavíos que nos hacen pensar y entender lo dura que era la vida de las gentes que vivían de la mar.
Completan la exposición una variada selección de instrumentos de pesca y algunos de los objetos personales de nuestros protagonistas como sus fiambreras que iban a la mar llenas de viandas y volvían repletas de pescado.
Por la tarde, después de comer y visitar el Centro de Interpretación toca pasear por el muelle para respirar el olor a mar que perfuma el barrio de Afurada y caminar un poquito para ayudar a bajar tan exquisitos manjares. Terminamos la jornada acercándonos a un lugar muy peculiar, el edificio de los lavaderos públicos.
Situado en el muelle pesquero es visitado a diario por las “lavadeiras” o mujeres que lavan.
A decir verdad, a día de hoy todavía no tengo muy claro si lo hacen porque creen que su ropa así queda más limpia que lavándola en la lavadora, o un poco para mantener la tradición. Para muchas mujeres se que es su trabajo, a pesar de que hoy en día tienen cada vez menos clientes según me comentan, siguen haciéndolo, lo que si se nota cuando entras en los lavaderos es que es un lugar de encuentro, el momento del día en que todas se reúnen alrededor de los fregaderos convirtiéndose en un acto de convivencia vecinal y de conversaciones y quizás también, cuna de algún que otro cotilleo sobre el barrio, en fin!, sea lo que sea, lo que si puedo afirmar es que después de haberlas visto se que para muchas de ellas, es su auténtico modo de vida. Una vez lavada la ropa la tienden fuera, en pleno muelle pesquero donde la luz del sol y la brisa del mar terminan de darle magia a toda esta escena.
Afurada bien merece una visita y si viajas por la zona en autocaravana o camper tienes en pleno muelle un lugar donde poder hacer noche sin que nadie te diga nada y con unas inmejorables vistas.