Cuando decidimos pasar nuestra Semana Santa recorriendo la provincia de Málaga, fue pensando en querer descubrir como se vive la festividad en esta región de España, muy conocida por todos y que tiene fama de vivirla de la forma más ferviente de este país. Otra de nuestras intenciones era recorrer los famosos pueblitos que tiñen hermosamente de color blanco la sierra malagueña. Como en 2005 recorrimos la zona de Ronda, es decir la parte occidental de la provincia, esta vez queríamos recorrer los pueblitos que coronan la sierra de la parte oriental de la Costa del Sol. Esta zona se la conoce como la Ruta Mudéjar de la Axarquía .
Ruta Mudéjar de la Axarquía
La Ruta Mudéjar de los pueblos blancos de la Axarquía reúne a los pueblitos ubicados en la Sierra de Alhama, Tejeda y Almijara, aquí aparte de gozar de una ruta con unos paisajes espectaculares podemos aprender de la gran historia árabe que los une. Nos encontraremos con poblaciones que conservan los mejores rasgos en arquitectura y trazado mudéjar de la zona como son Canillas de Aceituno, Arenas, Arches, Salares y Sedella.
Como estábamos alojados en el precioso Cortijo del Alcazar en la localidad de Alcaucín, en pleno parque natural de la Sierra de Tejeda, Alhama y Almijara podíamos decir que nos encontrábamos en el inicio de la ruta de oeste a este. Además contábamos con la inestimable ayuda de nuestro buen amigo Raúl, lugareño, encargado del cortijo y gran conocedor de la zona y que nos fue descubriendo los rincones más emblemáticos de la serranía. El recorrido es de unos 40 km en total por una carreterilla de montaña, estrecha y repleta de una hermosa vegetación mediterránea, gracias al reducido tamaño del coche que alquilamos en Centauro rent a card no tuvimos ningún tipo de problema en circular por ella, ya que hay momentos en los que de verdad se vuelve bastante estrecha, pero eso si, hermosa de conducirla.
El primer pueblo en el que decidimos parar siempre siguiendo las indicaciones de Raúl, fue Canillas de Aceituno, su familia es oriunda de él. También es el primero que encontramos y con toda la ilusión del mundo no dudamos en bajarnos y recorrer sus estrechas y adoquinadas calles repletas de casitas bien blancas y llenas de coloridos geranios asomándose por entre las rejas de sus ventanas. Acercarnos a uno de sus “barrios”, una pequeña calle que llevaba hasta el mirador desde el cual pudimos observar la hermosura de la sierra que lo rodea.
Encantados con tanta belleza, íbamos caminando y fotografiando cada rincón de cada pueblo, Álvaro mucho protestaba cuando se enteró del largo día que le esperaba de coche, pero pronto se vio recompensado cuando al bajarse en el primer pueblo comprobó insitu lo bonito del paisaje y los pueblitos que lo acompañan. Eufórico por la hermosura que le rodeaba, se puso a sacar fotos como un desesperado. En cada esquina, cada detalle, todo le llamaba la atención, estaba disfrutando mucho y no dejaba de comentar ¡que bonito es esto!. Una vez más creemos que fue un acierto traer a nuestro hijo hasta aquí para enseñarle las maravillas que esconde nuestro país.
La carretera nos llevó zigzagueando por la sierra de un pueblito a otro, de casitas blancas en casitas blancas, entre campos de olivares, disfrutando de los alminares que coronan sus antiguas mezquitas convertidas muchas de ellas ahora en iglesias y que te van marcando el camino. Pueblos colgando en las laderas de la serranía como fuertes bastiones defensivos de antaño y otros hundidos en pequeños valles como nexo de unión comercial de todos ellos en la antigüedad.
Uno tras otro los fuimos dejando atrás, en algunos decidimos bajarnos para visitarlos, intentando disfrutar de su tranquilidad. Ver como las gentes de estos lugares hacen su vida cotidiana ajenos a las miradas de los pocos turistas que paseamos por ella, pararnos a escuchar como sus ancianos habitantes charlan sobre la vida como si sugirieran arreglar los problemas del pueblo o quizás del mundo entero. Toda una experiencia para nosotros sin duda el deleitarnos de la esencia rural en estado puro, una esencia de la que por desgracia estamos muy poco acostumbrados a disfrutar.
Durante nuestro recorrido que nos llevó casi el día entero, además de impregnarnos de sus paisajes y de la amabilidad de sus gentes también tuvimos la ocasión de disfrutar de los placeres que ofrece la gastronomía del lugar.
Sin lugar a dudas si queréis disfrutar de unas inolvidables vacaciones en familia, no hay mejor lugar que este, donde nuestro amigo Raúl pronto se convertirá en vuestro amigo también y os conducirá con sus infinitos conocimientos hacia lugares que jamás olvidaran ni grandes ni pequeños.