Por algo la llaman «La Isla Bonita»
La isla de La Palma se halla situada en el extremo noroccidental del archipiélago canario. Su superficie es 706 Km2 y su altura máxima es de 2.426m.
Sin duda La Palma es una isla de contrastes, paisajes que van desde unas costas acantiladas con playas hermosas de fina arena negra, posee un clima subtropical lo que permite el baño en cualquier época del año. En las medianías nos encontramos con frondosos bosques y espacios naturales y los paisajes de alta montaña donde el clima es continental. Sus numerosos conos volcánicos, coladas de lava y diques nos hacen recordar que nos encontramos en una isla volcánica. Posee una gran variedad de flora autóctona con especies endémicas.
Otra cosa Importante a destacar de la isla es la calidad de su cielo libre de contaminación y de una claridad extraordinaria ofrecen unas condiciones únicas en el mundo para la observación astronómica. Tal es su calidad que varios países del mundo han instalado sus propios telescopios en la zona conocida conocida como El Roque de Los Muchachos. Por todo ello La Palma es declarada en 2002 en su totalidad, Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO.
Nuestra visita a la isla coincidía con el puente de carnaval, este año nos apetecía hacer algo distinto, vivir un carnaval diferente, así que pusimos rumbo a la isla bonita, aprovechamos una oferta encontrada en Destinia. Nuestra visita pintaba corta pero intensa, como casi siempre que nos damos una escapadita de pocos días. Os vamos a contar lo que recorrimos nosotros de esta bella isla en tres días.
El barco atracó en el puerto de Santa Cruz de La Palma sobre las 23h del viernes, nada más desembarcar y con el cansancio acumulado por las casi tres horas de trayecto y de haber madrugado ese día para ir al trabajo y al cole, nos ponemos rumbo hacia «Los Cancajos», pequeña urbanización turística situada a escasos kilómetros de la capital. Con un animado ambiente de restaurantes, tiendas, varios edificios de apartamentos y algún que otro hotel. Además dispone de una amplia zona de aparcamiento donde nos habían comentado podíamos pernoctar sin ningún tipo de problema. Siguiendo estas indicaciones y viendo que ya habían estacionadas varias autocaravanas y furgonetas, decidimos aparcar la nuestra para cenar y echarnos a dormir.
Al día siguiente amaneció un día gris y como ya habíamos hablado, decidimos poner rumbo hacia el sur de la isla, pues nuestra intención era conocer lo máximo posible en estos pocos días.
Sin duda acertamos en nuestra elección de hacer alguna que otra parada en los distintos miradores que van salpicando la carretera a lo largo de todo el trayecto. Te pares donde te pares, las vistas son espectaculares, con gigantescos barrancos que van desde las alturas hasta pie de playa.
Nuestra primera parada de larga duración fue a unos cinco kilómetros de la población de Mazo, donde visitamos el Parque Arqueológico de Belmaco.
En el siglo XVIII se hallaron en Belmaco los primeros petroglifos descubiertos en las Islas Canarias. La importancia de estas inscripciones en piedra, convirtió el lugar en un punto de referencia y visita para los investigadores interesados en el pasado de La Palma y de las Isla Canarias.
El conjunto arqueológico de Belmaco lo forman diez cuevas naturales de habitación y una magnífica estación de grabados rupestres. En estas cuevas vivían los benahoritas, antiguos pobladores de Benahore (nombre con el que se designaba a La Palma). La tradición popular sostiene que esta cueva fue la residencia de los últimos reyes del cantón de Tigalate-Mazo: Juguiro y Garehagua.
En esta zona arqueológica se ha creado un interesante centro de interpretación donde puedes descubrir el mundo aborigen a partir de los grabados en la roca. Las Salas de Exposición e Interpretación cuenta con maquetas, documentos fotográficos, elementos multimedia y reproducciones arqueológicas, que complementan e ilustran el contenido del Parque Arqueológico. Un agradable paseo por el sendero, rodeado de vegetación endémica, te conduce a las estaciones de grabados, que vas descifrando con ayuda de paneles informativos.
La visita resultó muy interesante para todos en general pero para Álvaro en particular pues en el cole le enseñan la historia de los aborígenes de las islas y le encanta ver in situ lo que le cuentan los libros.
Una vez finalizada nuestra visita a este bonito Parque Arqueológico, nos apetecía comprar algo de artesanía típica del lugar, la isla destaca por la seda, los puros hechos a mano, los bordados, la cestería y la cerámica. Así que nos dirigimos otra vez hacia el Hoyo de Mazo donde se encuentra El Molino, vieja construcción del siglo XIX, alberga el taller de cerámica y un museo etnográfico. Ramón y Vina, siguiendo la técnica de los primitivos habitantes de la isla, reproducen a mano las piezas de cerámica en sus originales formas y dibujos.
Ya teníamos lo que queríamos, un precioso recuerdo de cerámica para lucirlo en nuestra casa, así que, sin demorarnos ni un minuto más, nos dirigimos rumbo a Fuencaliente. Podemos apreciar desde la ventanilla de la furgo el maravilloso contraste entre la frondosidad de los pinares y la aridez volcánica con los cráteres como el de San Antonio, que entró en erupción por última vez en 1.677 y el del Teneguía que nos dio un buen susto no hace tantos años en 1.971 y que bien merecía nuestra visita.
Cuando llegamos a la base del Volcán, aparcamos la furgo y entre una fuerte ventolera nos pusimos a caminar. En nuestra particular odisea, para alcanzar la cima del Teneguía, anduvimos por su ladera entre estrechísimos y serpenteantes senderos, por llamarlos de alguna manera. El día era espectacular con un radiante cielo azul que nos acompañó durante toda la jornada pero hacía demasiado viento lo que hizo que nuestra ascensión fuera un tanto complicada, al final y una vez arriba como si de unos locos se tratara y como no podía ser de otra manera hicimos un Jump.
Ya habíamos tenido bastante por hoy, así que paramos a comer y después pusimos rumbo hacia Puerto Naos, pequeña localidad costera perteneciente al municipio de Los Llanos. Como todavía era temprano decidimos darnos un paseo por su playa y alrededores y como no, Alvaro y su amigo Javier aprovecharon para darse un buen chapuzón y practicar unos jumps a la luz del atardecer.
El domingo, después de desayunar decidimos retomar el camino y lanzarnos rumbo al norte por la cara oeste de la isla, nuestra meta era llegar a la cima de El Roque de Los Muchachos. Maravillosos paisajes nos envuelven durante el recorrido y hemos de parar obligatoriamente en mas de una ocasión para inmortalizar por ejemplo la bella imagen que nos ofrecen a pie de carretera los almendros en flor.
Una vez arriba en el Observatorio del Roque de los Muchachos al borde del Parque Nacional de La Caldera de Taburiente y a 2.396 m. de altitud es donde se encuentra una de las baterías de telescopios más completa del mundo y te parece que has llegado a la luna o a Marte, simplemente parece que estás en otro planeta.
Un poquito más arriba ya en la cima del Roque de los Muchachos a 2.426 Mtrs. merece la pena detenerse aquí durante un rato, las vistas son espectaculares, el mar de nubes queda por debajo de tus pies, te parece estar flotando, delante de ti la majestuosidad de la inmensa Caldera. El Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, fue declarado Parque Nacional en 1954 y Reserva Mundial de la Biosfera en el 2002. Por sus grandes dimensiones impacta a cualquiera que la visite. La Caldera tiene varios accesos por carretera y una numerosa y cuidada red de senderos para hacer excursiones a pie.
Ya de vuelta a la capital de la isla, Santa Cruz de La Palma había que admirar su bello conjunto histórico-artístico en el que cabe destacar una arquitectura civil, religiosa y militar aparte de las tradicionales y maravillosas viviendas canarias.
Una vez más la Madre Naturaleza nos había regalado un bello espectáculo del que disfrutar en familia!!.