Cuando preparas un largo viaje nunca llegas a imaginar o tener en cuenta los contratiempos, pues son salgo que no puedes dominar ni saber cuando pueden sucederte. Es algo que sabes que esta ahí, que pueden ocurrir, pero que nunca lo piensas hasta el día en que te ocurre y debes tomar decisiones rápidas y siempre pensando en acertar.
Pues a nosotros en el #Europara3 nos ocurrió, lo más lastimoso de todo fue que nos sucedió a los 6 días de iniciar el viaje y a miles de kilómetros de casa, sí amigos! estábamos en Futuroscope, Poitiers, Francia, es decir, al nordeste del país cuando a La Cali se le reventó el circuito hidráulico que permite que el techo elevable ascienda y se mantenga, para poder utilizar la cama superior.
La llevamos a un taller especializado y la Ley de Murphy se unió a nosotros, el arreglo nos va a salir un ojo de la cara y unos cuantos riñones, no nos queda otra que arreglarla, no podemos circular con ella a más de 50 km/h y el #Europara3 debe continuar. Así que, al amable director del concesionario le decimos que “oui mesiere” arréglala y ya veremos como financiamos el viaje.
Pero como os comentaba, el bueno de Murphy y su teoría estaban escuchando cuando el mesiere nos dice que faltaban dos piezas, y que no las hay en ningún concesionario de la marca en toda Francia, que la tenían que pedir a fábrica a Alemania y que en unos 8 días estaría todo listo para continuar.
Como vemos que es mucho tiempo y teniendo que pagar hotel, decidimos decirle que nos llevamos La Cali, que es nuestro alojamiento, que dormiríamos como pudiésemos en la parte baja de ella, pero que no podíamos pagar tantos días de hotel.
Así que, armados de paciencia y resignados como no queda otra, decidimos que hay que aprovechar el tiempo de la mejor manera y juntos los cuatro decidimos ir a relajarnos a La Rochelle, un hermoso pueblo medieval junto al Atlántico, el cual ya lo habíamos conocido en el año 2009 en una viaje que hicimos hasta La Bretaña.
Nuestro regreso a La Rochelle
A 50 km/h, recordando a los antiguos viajeros que iban en carromatos y después de 3 horas hicimos los 150 km aproximados que separan Poitiers a La Rochelle. Nuestro destino inicial, el camping municipal Le Solei, que está a escasos 500 m del centro del pueblo.
Estábamos algo cansados y disgustados, pero con muchas ganas de volver a recorrer sus callejuelas, visitar su puerto fortificado y recorrer sus kilómetros y kilómetros de carril bici que tiene tanto por la ciudad como por su costa.
Álvaro desde el momento en que vio las dos torres fortificadas a la entrada del puerto viejo recordó nuestra primera visita, su cara se le iluminaba al recordar las historias de corsarios y bucaneros entrando en este puerto medieval después de hacer sus fechorías allende los mares, que le contamos la vez anterior.
La Rochelle es un auténtico encanto, fue verlo y enamorarnos de nuevo de él, es muy bonito, fortificado de cara al mar, con sus callejuelas empedradas y sus chimeneas asomando por encima de las murallas la convierten en la clásica ciudad costera que recordamos de las viejas películas de piratas. Sin duda un lugar entrañable y hermoso para visitar, quizás de los más bonitos de Europa.
Una de las ideas que se nos ocurrió cuando rápidamente decidimos ir hasta La Rochelle, era ir en bici hasta la pequeña Isla de Ré ya que en nuestro primer viaje por esta zona no visitamos.
La Isla de Ré se encuentra a unos 10 kilómetros por carril bici de La Rochelle y unida al continente por un puente. Los vehículos deben de pagar un peaje por entrar en ella, pero tanto los peatones como los ciclistas entramos gratis. Es una isla llana sin montículo ninguno, esta rodeada por carriles bici, de punta a punta, alrededor de 32 km., fácil de visitar, en ella hay varios campings y parkings de autocaravanas, se puede encontrar algún que otro buen hotel y algunas villas para alquileres vacacionales, bordeada de hermosas playas y pinares y frecuentada por famosos actores y gente de un buen nivel adquisitivo. Es un enclave ideal para visitar en familia.
Nosotros llegamos hasta la Isla de Ré, como os contábamos antes en bici. Un precioso paseo que va bordeando la costa de La Rochelle pasando por sus playas y acantilados en medio del campo, que lo convierten en un lugar idílico para disfrutar.
Lo pasamos genial, nos cansamos, nos reímos y sobre todo pedaleamos un montón.
Al mal tiempo buena cara y si es en familia mejor.
¡¡Larga vida a La Cali!!.