Durante toda nuestra vida vivimos momentos únicos, momentos mágicos e incluso momentos irrepetibles, los atardeceres son algunos de ellos.
Para los viajeros y soñadores como nosotros, siempre hay momentos del día que son más mágicos que los demás. En nuestro caso, estos son sin duda los atardeceres. Normalmente los amaneceres también suelen ser espectaculares, pero es más difícil de que nos pillen despiertos.
Un viaje fotográfico a través de los atardeceres del mundo
Nunca se me había ocurrido dedicar un post a este tema, pero me he dicho, si fotografío y escribo sobre monumentos, ciudades o playas, porque no hacerlo con los atardeceres? Si a la belleza natural de los atardeceres, le sumamos el que nos encontremos en un lugar idílico y con la persona adecuada, la ecuación es perfecta. Momentos que por más tiempo que pase, siempre se recordarán como únicos.
Cada día es distinto y los atardeceres también, aunque parezcan todos iguales no lo son. Lo que nos llevamos de un lugar, va mucho más allá de edificios hermosos, ciudades espectaculares, o playas de ensueño. Un viaje también son los pequeños momentos que nos regala la madre naturaleza y que para más perfección…¡¡SON GRATIS!!
El saber disfrutar de estos pequeños pero grandiosos momentos, es lo que nos hace ser más sensibles, más humanos. A lo largo de nuestra experiencia como familia viajera, muchos son los atardeceres que hemos disfrutado juntos.
Cuando Álvaro era pequeño, se los perdía todos (por suerte para los papis). Desde que se convirtió en un jovencito, no deja escapar ni uno. Nos encanta que haya aprendido (gracias a nuestro empeño) a disfrutar de estos regalos que nos ofrece la naturaleza. Momentos en familia. Momentos que nos llevan a vislumbrar formas humanas o animales en las nubes teñidas de intensos colores.
Seguro que la mayoría de vosotros también lo habéis hecho alguna vez, ¿quien es capaz de no disfrutar de estos momentos?
Si todavía no lo tenéis como una costumbre, os aconsejo que empecéis a poner en práctica el contemplar todos y cada uno de los atardeceres con los que os crucéis. Desde la ventana de tu casa, tumbado en una playa paradisiaca, en un bosque, desde el avión, el lugar es lo que menos importa.