Los que nos conocéis bien sabéis lo mucho que adoramos a estos artilugios que recorren incansables desde los años 50 las callejuelas y avenidas de nuestra querida Bangkok.
Su nombre es una onomatopeya del ruido de su motor. Graciosos como nadie estas motocicletas de tres ruedas pueden alcanzar una velocidad de hasta 100 kms/h. Muy comunes en toda Asia dan una nota de color allá por donde van gracias a que van pintados de la forma más estridente y engalanados con flores que cuelgan de sus retrovisores. Sus conductores suelen ser en su mayoría chicos jóvenes que con ganas de hacerte pasar un buen rato hacen toda clase de locuras. Se los usa frecuentemente como taxi y vehículo de reparto de mercancías, aunque en algunos lugares tiene una función casi exclusivamente turística.
Lo emocionante de pasear en Tuk-Tuk es sentir la velocidad, el aire refrescando tu cara y ver como te pasan los coches y motocicletas a centímetros de ti. Lo peor de viajar en él es la cantidad de humos que tragas procedentes de los tubos de escape de los coches y motos que te rodean en los grandes atascos en los que se ve envuelta la ciudad a todas horas del día, por ello la mayoría de sus conductores utilizan una mascarilla protectora.
En ellos nos hemos reído como nunca, sentido miedo y hasta hemos sufrido un accidente, montados en ellos hemos recorrido ciudades enteras por sus callejuelas estrechas y sus anchas avenidas y circulado por carreteras entre enormes camiones, buses, coches y motos, con ellos hemos esquivado vacas, cabras, perros y hasta niños.
Una y otra vez, nunca dejaremos de usarlos, porque el tuk-tuk nos gusta, nos apasiona, nos hace sentir que estamos de nuevo en nuestra querida Asia.