Cuando preparamos este viaje por Europa uno de los lugares que teníamos seguro de parar aunque fuese por unas horas era esta ciudad. Alvaro enseguida lo dijo, “Me gustaría parar en Toulouse”, nosotros extrañados le preguntamos, “¿y eso por que, Alvaro?”, “mi profesora de francés estuvo viviendo en ella y dice que es preciosa y a mi me encantaría verla”, nos contestó. Así que dicho y hecho, esta ciudad pasaba a ser parte fija del viaje.

Después de dejar Le Puy en Velay nos metimos una buena panzada de kilómetros por carreteras secundarias, entre hermosos valles, bellas colinas y bucólicos pueblitos para alcanzar Toulouse la capital de la región del mismo nombre, o del Medio Pirineo como también se la conoce en Francia.

Tolouse

Llegamos ya entrada la tarde y con ganas de descansar, los kilómetros se notaban. Teníamos que realizar algo de compra, así que nos dirigimos a un Auchán a las afueras de la ciudad, para aprovisionarnos bien e ir a buscar un camping. Nos decidimos por el camping de Rupé, a unos 6 kilómetros al noroeste de la ciudad, un camping grande pero sin nada mas de referente que añadir, no es uno de los mejores camping en los que nos hemos alojado en Francia, ni por asomo.

A la mañana siguiente y bien descansados nos fuimos a visitar la ciudad antes de partir hacia España, sería una visita algo rápida, ya que no teníamos mucho mas tiempo para verla pausadamente. Una de las cosas que ya no nos llamó mas la atención fue ver parte de la ciudad en obras. Parece que los astros, si los de la construcción, se alinearon en este viaje para ver todas las grandes ciudades francesas, que visitamos, levantadas.

Toulouse  recibe el apodo de Ciudad Rosa por el color dominante en los edificios antiguos, hechos con ladrillos vistos. Está atravesada por el río Garona y en su casco urbano se produce la confluencia de los canales de Midi, Brienne y lateral de la Garona.  no, Lengadòc. Es una ciudad muy animada, para nosotros es de las ciudades que mas se asemejan a las españolas, en cuestión de ambiente nos referimos, y creemos que eso puede deberse a los mas de 130.000 estudiantes que alberga esta ciudad, le da un carácter jovial que se mantiene en época estival con la llegada masiva de turistas, los cuales llenan las estrechas calles de su casco medieval.

Toulouse

Esta vez Alvaro quiso ser el guía de la excursión, la tarde anterior estuvo documentándose sobre lo que se podía visitar en ella. Como sabia del escaso tiempo del que disponíamos y viendo que había  parte de la ciudad levantada, nos dirigió a la zona mas céntrica, el paseo lo iniciamos en La Place du Capitole, muy animada y peatonal, se convierte en la plaza principal de la ciudad, donde se monta un mercadillo de bisutería, ropa, y algunos productos alimentarios. En la parte este de la plaza se encuentra la fachada del Capitole o ayuntamiento de la ciudad, que fue construido en el siglo XVIII.

Toulouse

Nuestro guía nos llevó a callejear por las estrechas calles del Vieux Quartier (barrio viejo), que se encuentra al sur de La Place du Capitole. Una de las zonas mas animadas de la ciudad en el que los bares se entremezclan con las tiendas de diferentes estilos. Callejeando llegamos hasta la Place de la Daurade, que es la “playa” de la ciudad a la orilla del río Garona.

Toulouse

Toulouse

Serpenteando por el río nos fuimos dirigiendo hasta la Basilique de St-Sernin, un lugar importantísimo para los peregrinos que hacen el Camino de Santiago, una de las mas impresionantes iglesias del románico, con unos 115 metros de longitud, está coronada por una torre octogonal del siglo XIII. Los fines de semana alrededor de la basílica se monta un rastrillo o mercado de antigüedades muy visitada por lugareños donde se puede encontrar todo tipo de complementos, mobiliario, etc, desde artículos bastantes antiguos hasta los mas contemporáneos y mobiliario de diseño de los años 70.

Toulouse

Tolouse

Tolouse

Con esta corta pero intensa visita partimos ya de regreso a España, queríamos entrar por Los Pirineos, así que nos dirigimos a la zona del Parque Nacional de los Pirineos, aun en tierras francesas, para una vez cruzado y disfrutado, dentro de lo que pudimos, ya que no dejaba de llover, de sus hermosos paisajes, entrar por Sallent de Gállego y de allí hasta Panticosa, donde habíamos quedado con un amigo para que nos instalara unas cosillas en la furgoneta. La cosa se alargaba así que tuvimos que buscar hotel  en la estación de esquí.

Sinceramente, aunque somos grandes amantes de los viajes en furgoneta, hacer una noche en este hotel no vino nada mal, a una buena cama y un espléndido baño no se le dice que “no”. Llevábamos un mes alojándonos en la furgo y el poder estar relajado y distendido durante unas horas nos vino de perlas y mas pensando que aún nos quedaban unos días de duras jornadas de carretera.